sábado, 16 de março de 2013

El vino francés sufre el cambio climático

Los efectos del cambio climático son visibles en casi todas las regiones del mundo. Como suele ocurrir, sólo se convierten en problemas de verdad cuando su impacto se percibe cerca de nuestro entorno. El caso del vino francés sirve para comprobar que el cambio climático es un hecho y que cada vez afectará a zonas que hasta ahora parecían estar liberadas de sus efectos.


La uva que sirve para producir vino es muy sensible a los cambios de temperatura y a las fluctuaciones meteorológicas acontecidas en Europa en los últimos años. Unas grandes precipitaciones, primaveras tardías y la ausencia de un verano típico, han propiciado unas vendimias precoces y una uva más azucarada y poco ácida. De esta forma, el vino posee un mayor grado alcohólico y su sabor es más afrutado, más dulce y su personalidad ha perdido el equilibrio que siempre le caracterizó.

Las fluctuaciones climáticas han afectado al delicado equilibrio de las condiciones meteorológicas, de las tierras de cultivo y otros factores esenciales a la hora de producir uva para vino. La cosecha de 2012 fue la peor de los últimos 40 años. Según estimaciones del Ministerio de Agricultura francés, esta disminución de la cosecha se debe en parte a los caprichos meteorológicos, que serían responsables de un 20% de dicha reducción. Otro dato que aporta el Ministerio es que, si no se logran reducir las emisiones de gas de efecto invernadero, las viñas se deberán desplazar 1.000 kilómetros hasta final del siglo. Esto supone una seria amenaza para el sector vinícola. Estos efectos son visibles en todo el mundo. En Francia, en la región vinícola por excelencia que es la Borgoña, es ya muy difícil producir buenos vinos partiendo de la variedad “pinot noir”, natural de la región. 

Adaptación al cambio climático

Las regiones vinícolas puede adaptarse y enfrentar el reto del cambio climático adoptando diferentes técnicas: plantación de las viñas en un sustrato poco profundo para reducir el consumo de agua, introducción de sistemas de riego controlados y la protección solar de la uva. Existen otras medidas más drásticas como la desalcoholización, utilizada desde hace mucho en Australia y en España, pero para ello es necesario aplicar técnicas industriales a gran escala.

La producción vinícola francesa ha conocido numerosas variaciones con cosechas mejores o peores, y los agricultores han conseguido adaptarse. El problema es que las variaciones meteorológicas que superan en dos y tres veces la media habitual, suponen un riesgo enorme y comprometen la viticultura francesa en su conjunto. El problema actual es que dichas variaciones acontecen como nunca antes lo habían hecho y por ello complican mucho más el poder de adaptación de los viticultores. 

Otro mapa para el vino

Existen varios estudios que indican que el cambio climático, si bien amenaza muy seriamente a aquellas regiones vinícolas por excelencia, podría beneficiar a otras regiones que, hasta ahora, eran demasiado frías para la producción de vino. De esta forma es muy posible que países como Alemania e Inglaterra, cuya tradición vinícola es prácticamente inexistente, se conviertan en los nuevos productores de vino en Europa. 

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