quinta-feira, 9 de maio de 2013

Dicen que las alternativas no existen, pero que las hay, las hay, por Ricardo Natalichio

Asusta dejar de flotar -hundirnos lentamente en realidad- en aguas que parecen mansas, para empezar a nadar en aguas agitadas, porque podríamos no llegar a la orilla y ahogarnos en el camino. Aunque está cada vez más claro que sólo flotando tampoco llegaremos a ningún lado, sino que más bien nos hemos estado hundiendo de una forma menos perceptible.
[Ecoportal.net] Todas las personas que vivimos hoy en el mundo, estamos siendo afectadas, de una forma u otra, ya sea directa o indirectamente, por este sistema depredador, basado en la obtención de beneficios económicos, en el acaparamiento de bienes para privar a otros de su utilización (propiedad privada) y en el individualismo egoísta, que se ha impuesto a escala global.

Un pequeño porcentaje (cada vez menor), no más del 15 ó 20% de la población mundial, se ve beneficiado y disfruta de una calidad de vida tan confortable como insustentable.

Un segundo grupo, intenta sobrellevar la vida de la mejor forma posible, dentro de lo que el sistema le permite. Trata de conseguir desarrollarse laboralmente en algo que le guste, intenta no perder demasiadas horas del día en el transporte, anhela un hogar con ciertas características, procura enviar a sus niños a un buen colegio, disfrutar de breves momentos de ocio, etc. Etc. Todas cosas que, en su gran mayoría, no logra satisfacer. Al menos de acuerdo a sus expectativas.

Y luego están los que directamente carecen de toda posibilidad de decidir sobre sus vidas, probablemente mal alimentados desde niños con todos los problemas que ello causa, padeciendo enfermedades por falta de acceso al agua potable, sin acceso a la educación, y a merced de todo tipo de desastres ambientales. Este “pequeño grupo” está conformado por más de 2.000 millones de personas y crece día a día.

Ante este panorama, a primera vista y sin ahondar en las causas, podríamos decir que resulta cuanto menos extraño, que como mansas ovejas ese 70 u 80% de la población mundial que abarcan el segundo y tercer grupo que mencionábamos, que no la está “pasando bien” se encuentre tan entregado e inerte.

Sumergiéndonos un poco en esas causas, comenzamos a vislumbrar algunos motivos psicológicos para esta cuasi parálisis, que de momento sólo es alterada por algunos esporádicos espasmos, que el sistema rápidamente encuentra la forma de contrarrestar . Y es que se ha creado un estadio de “falsa seguridad” -semejante a un coma farmacológico-, de la que da pánico salir.

Asusta dejar de flotar -hundirnos lentamente en realidad- en aguas que parecen mansas, para empezar a nadar en aguas agitadas, porque podríamos no llegar a la orilla y ahogarnos en el camino. Aunque está cada vez más claro que sólo flotando tampoco llegaremos a ningún lado, sino que más bien nos hemos estado hundiendo de una forma menos perceptible.

El miedo, si, el miedo está presente porque es inducido de forma planificada en todas y cada una de las personas que miran televisión, que escuchan radio, que leen los periódicos. Incluso los propios medios alternativos de información muchas veces son funcionales a eso sin intención. El miedo paraliza, es lo que sucede naturalmente y hay quienes encontraron la forma de beneficiarse de eso.

Pero existen también alternativas, que definitivamente no pueden estar amparadas bajo este modelo económico actual, sino que debe haber un corte, un cambio radical. Una rápida migración, programada o no, hacia una comunidad de diferentes sistemas que, adaptados a las realidades de cada bio-región, tengan ciertas características comunes, tales como desarrollarse en armonía con la naturaleza y la priorización del bien común.

Alternativas como las que enumeramos a continuación, son sólo algunas, que valen como muestra, pero a las que podrían sumarse muchas más, tan buenas o no, aunque no vale la pena hacer aquí juicios de valoración detallados sobre ellas.

Decrecimiento

El decrecimiento, es decir, la necesidad de salir del modelo económico actual y romper con la lógica de crecimiento continuo, se impone progresivamente como una solución ante la crisis ecológica y social que enfrenta la humanidad. Esta bioeconomía no sólo surge al trascender las limitaciones y errores de la economía neoclásica, sino también del intento de articular a la economía con el resto de las ciencias naturales y sociales, incorporando los avances epistemológicos fundamentales surgidos en el seno de otras disciplinas.

Ecosocialismo

Se trata de una corriente que en ruptura con la ideología productivista del progreso –en su forma capitalista y/o burocrática- y opuesta a la expansión al infinito de un modo de producción y de consumo destructor del medio ambiente, representa en el movimiento ecológico la tendencia más avanzada, más sensible a los intereses de los trabajadores y los pueblos del sur, la que entendió la imposibilidad de un “desarrollo sostenible” en el marco de la economía capitalista de mercado.

Buen vivir

El buen vivir constituye un paradigma de sociedad sustentable basado en el acoplamiento equilibrado y equitativo entre economía y naturaleza, de tal suerte que la “vida entera” esté garantizada para la especie humana. Y aquí cabe una precisión fundamental: en una relación de reciprocidad entre seres humanos y naturaleza, la especie humana al garantizarse a si misma su continuidad garantiza la supervivencia de todo lo demás facilitando que los encadenamientos tróficos fluyan sin quebrantos y los ecosistemas mantengan su equilibrio y así puedan cumplir su misión ecológica de sustentar toda forma de vida; es digamos un círculo virtuoso de ecología viva.

Desarrollo a escala humana

Plantea en forma general la necesidad de promover un desarrollo orientado a la satisfacción de las necesidades humanas, es una teoría que trasciende las posiciones convencionales tanto económicas como sociales, políticas, culturales, porque visualiza al ser humano como el ente primordial y motorizador de su desarrollo, y este desarrollo debe estar articulado al plan global de cada nación.

Comunalidad

La tierra, que desde el punto de vista indio, es común. Es en la tierra donde nosotros existimos como seres humanos comunes, es decir, como pueblos, y en ella recreamos nuestra naturaleza y vida mediante el trabajo familiar y colectivo. En este contexto se hace enteramente explícita una “actitud humana hacia lo común”, es decir, la comunalidad. Y esto es lo que da sentido y explicación a una buena parte del mundo indígena, buscando sin duda alguna la complementariedad entre lo singular y lo plural, entre lo bueno y lo malo, entre el individuo, cuya dimensión sólo puede ser entendida en el seno de una comunidad, que lo hace vivir y soñar.

Desarrollo local / Comercio Justo

Los criterios básicos del comercio justo son el establecimiento de una relación directa entre productores y consumidores; la cancelación en lo posible de intermediarios y especuladores; la aplicación de un precio justo y estable que permita al productor y su familia vivir dignamente. Este conjunto de características conduce no sólo a establecer un precio que alcance para satisfacer las necesidades de los productores, sino también a crear las condiciones para un desarrollo sustentable. Se puede definir como una herramienta de cambio del modelo económico que tiene como meta corregir las fallas del sistema capitalista actual, y como un mecanismo de inserción de los productos del Sur en los mercados del Norte en una situación de equidad. En ese contexto, el comercio justo podría ser considerado como una herramienta para el desarrollo local.

No debemos seguir paralizados por el miedo y escuchando a quienes dicen que las alternativas no existen, porque las hay.

Artigo socializado pelo Ecoportal.net e reproduzido pelo EcoDebate, 09/05/2013
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