terça-feira, 26 de novembro de 2013

Los textos antiguos II: Adormidera

Mucho más abundantes son las referencias literarias a la adormidera (Papaver somniferum, Papaver rhoeas) y al opio, que contienen alcaloides como la morfina, codeína, tebaína, narcotina y papaverina, muy conocidos en la Antigüedad, tanto en el Mediterráneo como en Egipto, donde se la llamaba spenn, o el Próximo Oriente, ya que de hecho hay pocos ambientes geográficos en que no florezca. Las menciones en los documentos procedentes de Egipto, en donde se utilizaba como sedante, anestésico y narcótico, han sido recopiladas por S. Gabra (1954-5) y parece bastante seguro que el opio comenzaba ya a ser producido localmente durante el reinado de Amenhotep III. Su conocimiento está bien documentado en épocas anteriores al Imperio Nuevo, que comienza con la Dinastia XIII. No faltan menciones en los papiros Smith y Ebers, que son copias de textos escritos durante el Imperio Antiguo.

Algunas tablillas sumerias del tercer milenio a. C. descubiertas en Uruk representan la adormidera mediante dos signos, de los que el segundo tambien significa “júbilo” o “gozar”.
Las alusiones son también frecuentes en los textos asirios (Thompson, 1949: 223 ss) y, según parece, no fue tampoco desconocida de los hebreos, habiendo sido identificada como la planta rosh que mencionan algunos textos bíblicos (Walker, 1962: 88).

De igual forma, la literatura griega y latina abunda en referencias y menciones a la adormidera y al opio (R.E., XV, 2, pp. 2434-2443). Hesiodo (Teog. 536), el poeta griego más antiguo después de Homero, que vivió en la región de Beocia durante la segunda mitad del siglo VIII a. C., cuenta que Prometeo urdió el engaño de Zeus con el fín de robarle el fuego sagrado en un lugar llamado Mecone, que es la misma palabra utilizada por los antiguos griegos para denominar a la adormidera. Esta signifiación geográfica la encotramos de nuevo, siglos más tarde, en Estrabón (VIII, 6, 25) que dice que en un principio Sición era llamada Mecone. Los efectos de la adormidera fueron conocidos desde muy pronto por los griegos y así en la Odisea (IV, 219 ss) Helena pretende calmar la aflicción de Telémaco diluyendo en el vino que le ofrece una droga llamada nephentes, que se ha identificado generalmente con un preparado a base de opio:
“Al manjar que delante tenían las manos lanzaban cuando Helena, nacida de Zeus, pensó en otra cosa y en el vino que estaban bebiendo les puso una droga, gran remedio de hiel y dolores y alivio de males; beberíalo cualquiera disuelto en colmada vasija y quedara por todo aquel día curado de llantos aunque en él le acaeciera perder a su padre y su madre o cayera el hermano o el hijo querido delante de sus ojos, herido de muerte por mano enemiga. La nacida de Zeus guardaba estos sabios remedios: se los dio Polidamna la esposa de Ton el de Egipto, el país donde el suelo fecundo produce más drogas cuyas mezclas sin fin son mortales las unas, las otras saludables; más todos los hombres allí son expertos en curar, porque traen de Peán su linaje” (TRAD. M. Pabón).

A este mismo respecto, Diodoro de Sicilia (I, 97, 7-9), historiador griego del siglo I a. C., hablando de las viejas relaciones entre Grecia y Egipto menciona que:

“....como prueba de la presencia de Homero en Egipto se aducen varias evidencias, y especialmente la droga que proporciona el olvido de todos los males, que fue dada a Telémaco por Helena en casa de Menelao. Ya que es manifiesto que el Poeta había adquirido un conocimiento exacto de la droga nepentes, que el dice que Helena consiguió de Tebas egipcia, habiéndole sido proporcionada por Polidamna, la mujer de Ton; además se alega, incluso hoy las mujeres de esta ciudad emplean este remedio, y se dice que en tiempos antiguos una droga para curar el miedo y la tristeza fue descubierta en principio entre las mujeres de Diospolis: pero Tebas y Diospolis, se añade, son la misma ciudad”.

Otras menciones se encuentran en Herodoto (II, 92, 2) quien compara la forma de la adormidera con el corazón del loto, y en Aristóteles (De somno, 456b) que habla de su efecto narcótico como inductor del sueño, lo que tembién es señalado por Galeno (Op. omn., XIII, 273), médico y filósofo griego originario de Pérgamo que ejerció su profesión en Roma entre los años 162 y 183 llegando a ser médico personal del emperador Cómodo:

“...ningún otro fármaco (como el opio) posee una potencia soporífera o analgésica comparable”

Dioscórides, médico griego y gran experto en botánica, habla a menudo de ella en su De materia medica (III, 96; IV, 64, 4; 66 y 67), obra en la que recopiló todo el saber farmacológico de su tiempo, el siglo I d. C., y explica los procedimientos adecuados para recoger y elaborar el opio, así como sus aplicaciones medicinales. Teofastro, discípulo predilecto de Aristóteles, se refiere a ella en su Historia Plantarum ( IX, 8, 2) como maleza ordinaria en los cebadales y menciona también la obtención de su jugo:

“El acopio de jugo de las plantas que lo tienen se realiza, principalmente, durante el verano: unas al comienzo, y en otras, avanzada ya la estación. La recolección de raíces de ciertas plantas se hace en tiempos de la cosecha del trigo o poco antes; pero la mayor parte de ella tiene lugar en otoño, después del nacimiento de Arturo, cuando las plantas pierden la hoja, y, en aquellas que se aprovecha el fruto, cuando lo han perdido. El acopio del jugo se obtiene, o bien de los tallos, como ocurre con la lecherina, la escarola y la mayoría de las plantas, o bien de las raíces, o bien, en tercer lugar, de la cabezuela, como en el caso de la adormidera, porque ésta es la única planta de la que se extrae así y ésta es la característica de ella.” (TRAD. J.Mª Diaz-Regañon).

En la Roma etrusca gozaba ya de cierta popularidad y parece que algunos la cultivaban en sus jardines. Tal es el caso de Tarquinio el Soberbio, según el testimonio de nuestras fuentes (Livio, I, 54; Plinio, NH, XIX, 53, 169-170; Frontino, Strat., I, 1, 4), quien en una ocasión responde furioso a un emisario cortando a bastonazos las cabezas de adormideras de su jardín como si fueran las cabezas de sus enemigos. Dionisio de Halicarnaso (IV, 56) es más explícito y señala que las plantas estaban cargadas de frutos y listas para su recolección.

Virgilio, el gran poeta latino, señala (Georg., I, 78; II, 207, 215) el peligro que la adormidera supone para la agricultura pues:

“...quema los campos como la cosecha de lino y la de avena.”

y, por tanto, es preciso:

“ocultarlas bajo tierra...cuando Libra haga las horas del día y del sueño iguales.”

En otro lugar también alude (Eneida, IV, 484-486) a su significación en relación con contextos magícos y rituales:

“Junto a los confines del Océano y al sol que muere está la región postrera de los etíopes, donde el gran Atlante hace girar sobre su hombro el eje tachonado de estrellas: de aquí me han hablado de una sacerdotisa del pueblo masilo, guardiana del templo de las Hespérides, la que daba al dragón su comida y cuidaba en el árbol las ramas sagradas, rociando húmedas mieles y soporífera adormidera. Ella asegura liberar con sus encantos cuantos corazones desea, infundir por el contrario a otros graves cuitas, deterner el agua de los ríos y hacer retroceder a los astros, y conjura a los Manes de la noche. Mugir verás la tierra bajo sus pies y bajar los olmos de los montes.” (TRAD. R. Fontán Barreiro).

Y aún la cita de nuevo (Eneida, IV, 571-574) como parte del ritual que la ninfa Cirene eseña a su hijo, el pastor Aristeo, para calmar la furia de Eurídice que había exterminado sus abejas:

“enviarás como fúnebre ofrenda a Orfeo las adormideras de Lete.”

Pausanias, un griego del Asia Menor que en el siglo II escribió una Descripción de Grecia (II, 10, 5; 17, 5), Ovidio, el célebre poeta latino autor de las Metamorfosis, y Columela, agrónomo romano de origen hispano que vivió en la primera mitad del siglo I, (X, 164) recogen otras tantas alusiones, por no citar más que otros tres ejemplos en una lista bastante extensa. El testimonio de Ovidio (Fastos, IV, 661 ) es interseante por su asociación a contextos rituales:

“Numa sacrificó dos ovejas. La primera en honor de Fano, la segunda del apaclble Sueño... mientras tanto su calamo rodeó con adormideras. La noche cayó y en su comitiva trajo oscuros sueños.”

y en otro lugar afirma:

"No se vea como una verguenza tomar adormidera triturada con leche blanca como la nieve y miel licuada de panales escurridos. La primera vez que Venus fue conducida ante su deseoso marido, bebió esto, desde ese momento fue una novia". (Fastos, IV, 151)

Propercio (I, 33-42), gran amigo de Ovidio, relata los efectos de su jugo sobre el personaje de Hilas que prefiere al deber impuesto las atractivas imágenes que le inducen a error.

Pero de todos los testimonios antiguos sobre la adormidera y el opio, quizá sea el de Plinio el Viejo (N. H., XX, 76-80), que recoge a Dioscórides y Teofrasto, uno de los más completos y sugerentes. Conoce este autor, gran erudito que en el siglo I escribió una monumental Historia Natural, al menos tres especies de adormideras cultivadas y otras tantas silvestres. Cuenta, asimismo, que el opio que de ellas se extrae es un soporífero de tal potencia que puede llegar a causar la muerte, y que esta droga era objeto de grandes debates, pues unos, como Diágoras de Chipre, medico de finales del siglo III a. C. y el propio Erasístrato mantenían que era un veneno mortal, mientras que otros lo defendían afirmando que fortalecía la vista. Andreas, médico personal de Ptolemeo Filopator, afirmaba por su parte que si no producía ceguera inmediata era porque se le había adulterado previamente en Alejandría. Sin embargo prosigue Plinio, nadie habia condenado el dia codyon, un preparado a base de opio muy recetado por los médico griegos y latinos y que era utilizado de forma generalizada como somnífero y contra el dolor de cabeza:

“Del opio cultivado he mencionado tres clases (XIX, 168) y prometí describir otras clases de la adormidera salvaje. De la adormidera cultivada el mismo cáliz de la clase blanca se machaca y se pone en vino para inducir el sueño. La semilla cura la elefantiasis. De la adormidera oscura se obtiene un soporífero haciendo incisiones en el tallo, cuando los capullos se están formando (como Diágoras advierte), o cuando las flores están cayendo (como Iollas recomienda), a tercera hora de un día claro, esto es, cuando el rocío cae sobre la planta. Recomiendan que la incisión se haga debajo de la cabeza y el cáliz, y en otra variedad también es una incisión hecha en la misma cabeza. Este jugo se recoge en lana, o si hubiera poco rascándolo como si fuera una lechuga con el dedo pulgar, haciendo lo mismo al día siguiente hasta que se haya secado. El jugo de adormidera, sin embargo, siendo copioso se espesa y apretado en pastillas se seca a la sombra; no es solamente un soporífero, sino que si se administra una dosis excesiva pude incluso provocar la muerte. Se le llama opio. De esto que estamos hablando murió en Bavilum en Hispania el padre de Publio Licinio Caecina, un hombre de rango pretoriano, cuando una enfermedad insufrible le hizo la vida odiosa, y también a otros. Por esta razón surgió una gran controversia. Diagoras y Erasístrato la habían condenado completamente como una droga fatal, prohibiendo su uso además en inyecciones en el campo que es injurioso a la vista. Andreas añadió que la única razón por la que no causa ceguera instantánea es porque se adulteraba en Alejandría. Más tarde, sin embargo, su uso no se desaprobó en la famosa droga llamada diacodion.. La semilla bastante machacada en pastillas con leche se usa para inducir el sueño, también con aceite de rosa para el dolor de cabeza; con aceite de rosas también se introduce en los oidos para calmar su dolor. Como un lilimento para gota se aplica con leche de mujer, como en vinagre para eripsipela y heridas. Yo mismo, sin embargo, desaprobé su añadidura para ungüentos de los ojos, y mucho más para lo que se llama antitérmico y antiespasmódico; la adormidera negra, sin embrago, se da en el vino para los problemas de cólicos. Todas las clases de adormidera cultivada son más grande que las silvestres. Las cabezas son redondas, mientras que las de las silvestres son largas y pequeñas, aunque para todos los propósitos más efectivas. La adormidera se hierve y el líquido se bebe para el imsomnio; con la misma agua se fomenta la cara. Las mejores adormideras crecen sobre suelos secos y donde las lluvias son leves. Cuando las cabezas y las hojas se cuecen, el jugo se llama meconium, y es mucho más flojo que el opio. La principal prueba del opio es su olor, que el del opio puro es insoportable; la siguiente mejor prueba es ponerle en una antorcha, cuando debería quemarse con una llama clara y brillante y oler solamente cuando se ha apagado; el opio adulterado no se comporta de esta manera. El opio adulterado es también más duro a la luz y continuamente se está apagando. Una prueba mejor del opio puro es con agua, sobre la cual flota, mientras el impuro se recoge en ampollas. Pero esencialmente maravillosos es el hecho de que el opio puro es detectado por el sol del verano. Debido a que el opio puro suda y se derrite hasta que se convierte en jugo recogido recientemente. Mnesides piensa que el opio se guarda mejor añadiendo la semilla al beleño, otros poniéndolo en judias.
Intermedia entre al adormidera cultivada y la silvestre es una tercera clase, debido que, aunque creciendo sobre tierra cultivada, es salvaje; la llamamos Rhoeas o adormidera errante. Algunos la recogen y la comen inmediatamente con el cáliz entero, Actúa como un purgante; cinco cabezas cocidas en tres heminae de vino también inducen al sueño.

De la adormidera silvestre una clase se llama ceratitis. Semilla negra, un brazo de alto, con una delgada raíz cubierta con una piel dura, tiene un pequeño cáliz curvo como un pequeño cuerno. Sus hojas son más pequeñas y delgadas que los de las otras variedades. La semilla es pequeña, madurando en la cosecha; la mitad, tomado en vino dulce, actúa como purgante. Las hojas machacadas con aceite curan las úlceras de los ojos de las bestias de carga. Su raíz, en la proporción de un acetabulum a dos sextariosos de agua, cocida a una mitad, se da para las dolencias de los lomos y del hígado. Sus hojas aplicados con miel son una cura para los carbúncos. Esta variedad es llamada glaucion por algunos y paralium por otros, debido a que crece dentro del alcance de las brisas marinas o en suelos alcalinos.

Una segunda variedad de adormidera silvestre es llamada heraclium, por otros aphron, teniendo hojas, que si se miran a distancia, parecen gorriones. Sus raices están sobre la superficie de la tierra, y su semilla es como espuma. Es del uso de esta planta que el lino consigue su brillante blancura. En verano se machaca en un mortero para la epilepsia, siendo la dosis un acetabulum en vino blanco; debido a esto causa vómitos, y es muy útil para la droga llamada diacodion y arteriace. Sin embargo este preparado se hace empapando 120 cabezas de esta o cualquier otra adormidera salvaje en tres sextarios de agua de lluvia por dos días; entonces se cuecen en el mismo agua, y después que el resultado ha sido secado otra vez se cuece en una mitad con miel a fuego lento. Más recientemente se había añadido 6 dracmas de azafrán, incienso y resina de acacia, con un sextario de vino de uva cretense. Esto sin embargo es como demostracion; este remedio simple y pasado de moda depende para sus virtudes enteramente de la adormidera y de la miel.

Una tercera variedad es el tithymalon, llamado por algunos mecon, por otros paralion, con una hoja como esa del lino, una flor blanca, y una cabeza del tamaño de una judía. Se recoge cuando la uva está en el mejor de los casos y entonces se seca a la sombra. Su semilla, tomada en mitad de un acetabulum de vino dulce, purga el vientre. Pero la cabeza de cualquier adormidera, fresca o seca, si se aplica a los ojos alivia los flujos. El opio tomado en vino casi puro, si se administra inmediatamente, es un antidoto para los aguijones de escorpion. algunos dan esta propiedad solamente a la variedad oscura, si sus cabezas u hojas son machacadas.”

Como se pude apreciar facilmente, la información que nos proporciona Plinio actualiza de una forma totalmente insospechada el debate existente sobre el opio en la Antigüedad helenistica y romana. Por los demás, esta dualidad hacia los efectos de la adormidera y el opio, así como hacia todas las drogas en general, ocupa un lugar común en el mundo greco-romano, como se advierte en Homero (Od., IV, 224) cuando se refiere a Egipto como tierra que produce muchísimas drogas “siendo la mezcla de unas saludables y la de otras nociva”, o en Pausanias (IX, 11, 2) que recoge una tradición según la cual, cuando nació Heracles, Hera creó en Tebas a las farmacides o “hijas de la droga”, dos grupos de mujeres, siendo uno de carácter benévolo y perverso el otro.

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